miércoles, 7 de enero de 2015

Porque puedo.

Ayer, hable con un gran amigo sobre los trenes. Y como cada uno de nosotros nos enfrentamos a ellos. Hay quien se pasa la vida en la parada de tren, esperando a que llegue el tren correcto, pensando, decidiendo, sobre algo que no para de pasar de largo, y después se pasa el rato arrepintiéndose de no haber cogido ese tren.

Luego están los que se montan en el primer tren que pasa, pero se estancan ahí, nunca saben cuando es el momento de bajar, ni cual es la mejor parada para proseguir su camino. Y en fin, así se quedan, en un tren que solo marcha linea recta preguntándose porque en su vida no pasa nada nuevo.

El problema de los trenes, como en la vida, es que nunca se quedan parados demasiado tiempo, y solo tienes unos pocos segundos para decidir si lo tomas o lo dejas. Pero luego puedes pasarte toda una vida arrepintiéndote de esa decisión. Porque seamos francos, da igual lo que escojamos, nos encanta vivir en el "y si..."

Yo decidí tomar tu tren, no me preguntes porque, simplemente sonaba divertido, una aventura. Me arriesgue con todo el equipo y tarde tres segundos en decidir que subiría me costase lo que me costase, y no me arrepiento. Pero la aventura se volvió monótona, es otro problema que tienen los trenes, van siempre por el mismo camino,tienen una linea trazada por la que se deben mover. Y lamentablemente tu tren no tenia paradas, no había forma de bajarse y eso daba miedo. Veíamos como se estaba descarrilando y no teníamos medio de frenarlo.Solo quedaba saltar, y joder si salte, salte tan fuerte como pude, pero lo que no se suele tener en cuenta es que saltar de un tren en marcha deja huella.

Al saltar te rompes, depende de lo que rápido que vayas duele mas o duele menos, pero una cosa es segura, siempre duele. Y así me rompí, pero por fin había bajado del tren, a veces merece la pena romperse ¿sabes?. Porque una cosa es cierta, todo se cura, y las heridas que me hice al saltar van curando, aunque por supuesto quedan las cicatrices, esas siempre quedan. El cuerpo es sabio, y no te deja olvidar las lecciones importantes de la vida.

Y así voy, llena de cicatrices, y a veces con molestias, pues aunque las heridas curen, no todas sanan igual de rápido. Pero una cosa es segura, me alegro de saltar, ¿sabes por que ? porque he aprendido que quizá los trenes sean una perdida de tiempo. Si, te hacen llegar mas rápido, pero no por ello mas satisfecho, y cuando no sabes hacia donde vas no importa lo rápido que llegues.

Por eso mismo he decidido que quizá lo mejor es andar, por donde quieras, como quieras y a tu ritmo. Porque lo bueno que tiene andar es que eres tu el único que decide como y hacia donde vas, y así es mas difícil arrepentirse.

Puedes ir mas rápido, lento o simplemente pararte a admirar el paisaje. Descubrir nuevos lugares donde nadie ha estado antes, re-descubrirte a ti mismo y hacer todo aquello que siempre quisiste hacer porque ya nada te ata, ya no hay un horario, ni unas paradas, ni un camino trazado, ni absolutamente nada que te pare.

Entonces quizá, solo quizá, ya sea hora de que abandonemos los trenes que no nos llevan a ninguna parte, las paradas por las que nunca pasa un tren de nuestro gusto o las estaciones donde filosofamos sobre a donde queremos ir pero nunca nos movemos. Y comenzar a andar, porque podemos, y porque supongo que mientras no sepamos a donde queremos ir, podemos disfrutar el viaje.Y en algún momento de ese viaje llegaremos a algún lugar y sabremos enseguida que es ahí donde nos han guiado siempre nuestros pasos.


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